-No me hables así.
-¿Así cómo?
-Como si no te importara lo que voy a decirte, como si después de estas palabras que voy a dedicarte tu vida no fuera a cambiar nada. Tal vez no cambie demasiado, pero en la mía será uno de los cambios mas dolorosos que haré.
-¿Qué quieres decir?
-¡Que pares! Que detengas este torrente de emociones que siento cada vez que te veo. ¡Eres un egoísta! Sabes que mis cinco sentidos se debilitan cuando estas cerca, que eres el fondo de cada uno de mis pensamientos y que sufro por eso. Simplemente, aléjate de mi, deja de mirarme, sal de mis recuerdos. Así de fácil.
-Si eso implica verte con otros chicos y dejar de besarte, no.
-No dejaré que vuelvas a besarme.
-Ah, ¿No? ¿Y qué harás para evitarlo?
-Gritaré.
-Callaré tus gritos con mis besos.
-Saldré corriendo.
-Te agarraré antes de que lo hagas y lo haré tan fuerte que, aunque te duela, no podrás moverte. Y sabes que una vez te toque caerás y rogarás mis besos.
-Te odio.
-Y yo.
